Nuestra historia
El Centro de Investigación y Promoción de Etnodesarrollo para el Chocó CIPE, nació en el año 1990 en el municipio de Condoto, departamento del Chocó, bajo el proceso de cimarronaje vivo en el país, el cual luchaba y lucha por la dignificación e inclusión de la población afro por parte del estado colombiano.
El CIPE se creó en replica de ese ejercicio para el departamento del Chocó, en especial en la zona del San Juan, difundiendo en las comunidades la lucha contra el abandono de nuestros pueblos afro por parte del estado. Al igual que la lucha por el reconocimiento del proceso de esclavitud sufrido por nuestros antepasados, culpable del atraso y desarrollo de nuestros pueblos y el no reconocimiento a la tenencia de la tierra pues a la población afro en Colombia se le tenía como invasores de territorios en el litoral del Pacífico.
En esencia, el CIPE nació por una lucha social, la cual en la actualidad aún no se ha podido derrumbar, pero se ha podido avanzar en muchas cosas que hoy les permite a nuestras comunidades tener herramientas y mecanismos de identidad, respeto y reconocimiento. Siendo partícipes y pilares en los paros cívicos departamentales llevado a cabo como escenario de exigencia de las necesidades básicas al estado, el cual nos tienen subyugado en un abandono causantes de la pobreza y mendicación que siempre ha acompañado nuestra historia.
Gracias a esta lucha étnica de cimarronaje en todo el país, se nos incluyó como pueblo negro en la constituyente de 1991, luego se logró la ley 70 de 1993 y el artículo 1745 de 1995 las cuales dan vida a los Consejos Comunitarios y Organizaciones Étnicas de bases. A partir del año 2014 nace la nueva ola de cimarrones pensantes en el municipio de Condoto departamento del Chocó con su propuesta ideológica y nuevo modelo de gobernanza político organizativo, social y económico llamado Política Comunitaria.
La política comunitaria se concibe como la construcción ascendente, dialógica y participativa del desarrollo social, cultural, político y económico. Encuentra en la organización autónoma socio-política de las comunidades sus principales fortalezas. Además, piensa en el establecimiento en la agenda ideológica y política, la consolidación de personas económica y políticamente autónomas para jalonar su propio desarrollo.
El desarrollo es pensado desde la armonía del hombre y la mujer con la naturaleza. Es decir, debe haber un encuentro sostenible entre el progreso, los planes de vida y el buen vivir de las comunidades, la defensa del territorio y ambiente, como centros de vida. En este sentido, promueve de manera responsable, la sustentable explotación de los recursos hídricos, minerales, la fauna y la flora.
La política comunitaria, parte de la cultura de las personas y grupos poblacionales para construir y consolidar procesos, acciones, programas y proyectos desde la administración pública territorial sustentable con perspectiva de equidad de género, participación, horizontalidad, transparencia, eficiencia y eficacia.
La política comunitaria concibe la educación, la salud, la vivienda y la seguridad alimentaria como derechos fundamentales de las personas que deben estar fundamentadas en las prácticas culturales ancestrales de las comunidades.
La política comunitaria promueve el empoderamiento y la participación en la vida política y pública de las mujeres en condiciones de igualdad y equidad.
La política comunitaria encuentra en la colaboración y la etnoagregación, es decir, los procesos de poner experiencias, conocimientos, saberes, habilidades y recursos a favor de las personas y grupos humanos en desventaja social.